Quedamos a las 9h del domingo, el parking de Santi Espiritu estaba prácticamente vacío, en él nos dimos cita, Cristina, Cande, Yola, Miriam, Cesar, Miquel y yo, Miquel y Yola salieron en bici, el resto nos pusimos a trotar, camino al pico del águila, una vez allí, unas foticos y a correr. Ahora nos dirigimos a la "mola de Segart", la subimos por la canal, las vistas son impresionantes, un cielo nublado, que se abría por el horizonte, dando paso a unos tímidos rayos de sol que caen al mar iluminando parte de la costa con un reflejo cegador, después de estar un par de minutos, decidimos emprender el camino para no enfriarnos, el aire era fresco. Nos cruzamos en varias ocasiones con unos chavales de Gilet que también iban corriendo, uno de ellos, el organizador de la carrera de Gilet. En la bajada, Cesar se deja caer en la bajada de "la mola" y no veas como va el zagal, está hecho una máquina, todos abajo continuamos camino del "xocainet" y de aquí, al Parking.
Ahora llega lo bueno, después de juntarnos otra vez con Miquel y Yola, decidimos ir al almuerzo, ese era el objetivo, el entrene es la escusa. Cada cual su bocata, más que merecido después de una jornada gratificadora.
Viajando se aprende. Los viajes te enseñan a vivir, a tomarte la vida con una filosofía distinta a la que se que se vive en una gran ciudad. En todos mis viajes siempre encuentro un motivo para volver al lugar que he visitado, pero hay muchas cosas por ver, explorar y mucha gente a la que conocer, interesantes personas que se mantienen en el anonimato hasta el momento en que te presentas o se presentan en tu vida. Aunque siempre están en mi presente.
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