Ha sido un fin de semana tranquilo, el viernes había entrenamiento en Ribaroja, pero al final, las molestias arrastradas hicieron que abandonara esa opción, llevo unos días que no soy persona. El sábado también pasé por alto lo del entrene y no hice nada, para el domingo poder salir un rato a rodar, unos doce km a trote cochinero, pero que me hicieron sentir muy bien.
La calor empieza a afectar en nuestras cabezas, el sudor que va saliendo por los poros, nos va dejando sin liquido en el cuerpo, al borde de la deshidratación, pero, el corredor no se cansa y sigue y corre, deseando llegar a ese punto donde pone, meta.
Es entonces cuando su reconocida victoria, le recompensa con su merecido trofeo, su botella de agua.
Viajando se aprende. Los viajes te enseñan a vivir, a tomarte la vida con una filosofía distinta a la que se que se vive en una gran ciudad. En todos mis viajes siempre encuentro un motivo para volver al lugar que he visitado, pero hay muchas cosas por ver, explorar y mucha gente a la que conocer, interesantes personas que se mantienen en el anonimato hasta el momento en que te presentas o se presentan en tu vida. Aunque siempre están en mi presente.
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