Los primeros kilómetros eran por asfalto y me di cuenta de que Myriam iba un poco abrigada, se lo noté en la respiración, llegamos a la primera rampa importante, quería ayudar a Myriam a quitarse el corta vientos, pero no se dejó y nos hizo la pua jeje, se le quitaban las mangas, entre Rosana y yo la desmangamos y si lo llego a saber no se lo quito, después me dejaba atrás.
En esta primera parte me torcí el tobillo en la bajada, pero nada importante, Rosana decidió continuar adelante y yo esperar un poquito a Myriam, afrontamos la parte del bosquet juntos y ahí fue donde me volví a torcer el tobillo, llegamos al avituallamiento del bosquet que era bastante pobre, como todos, no conseguí reponerme y una pequeña pajara se adueñó de mis fuerzas, por suerte, Myriam iba tirando ahora de mi, nos quedaba la subida a la antena y ese tramo de senda me partió en dos, pero aún así conseguí reponer azúcar con las golosinas y tirar un poco mejor, aunque tardó.
Una vez en la antena, todo para abajo hasta llegar a la torre, donde una subida de 200 metros, acabaría de rematarnos, pero solo faltaba un km y había que darlo todo, cruzamos el pueblo y se ve la meta en el polideportivo, vuelta al campo de fútbol y meta.
Allí nos esperaba el padre de Myriam, que se llevó una sorpresa al verlo haciendo fotos, Rosana y Diego también nos esperaban en la meta. Lo que fue una fría mañana de invierno, se convirtió en un día primaveral, con un sol estupendo y sus consecuencias, las de una primavera adelantada.
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